Ir hacia adentro. Sentir con mucha fuerza. Conectar con esa emoción. Ese instante. Desnudarnos ante nosotros mismos, nuestros ojos. Los del corazón. Habitarnos. Reflejarnos. Disolver creencias, formas, sensaciones. Encontrarnos con esa emoción y darle la bienvenida, hacer contacto, alojarla. Cuidarnos en el proceso, protegernos.
Que por estar para adentro desnudos y frágiles no es sinónimo de descuido. Suave y sin apuro. Todo se desarma y todo vuelve a crecer. Porque todo se trata de sentir.
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