Un día la vez. Con intensidad, con fuerza, fuego. Una llama viva. Ser consiente y vivir el presente. Una cosa por vez. El cuerpo me pide pausa y registro. Cada vez que me acelero, respiro presente, desde ahí parte lo racional y constructivo. Coherencia con mis necesidades y mi potencia. Aprendiendo a leer lo qué hay más allá del miedo. Hay deseo y placer. Porque en el fondo cuando me permito sentirme soy imparable. Recargando de sentido y valor. Soy lo que creo merecer. Visualizando en grande para crear a lo grande, la dimensión de todo esto es similar a la de mi corazón. Sin límites. Expansivo.
Mis curvas exigen hacer eco de mis pensamientos y creo estar leyendo los tuyos, por eso perpetuo más mi clamor. Me pliego. Analizo menos. Relajo el doble de las previas dos. Mi antena se vuelve libre Plena, Honda, no hay bifurcación. Y cuánto más me abro Confieso que apetezco que sea intrínseco tus pulgares en mi pelvis. Que tu lengua me recite poemas. Y me quites las dudas anexando tu regocijo.
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