Mi llama gemela, de esas efímeras. De esas que a pesar de su paso por nosotros aún te sostienen, quedan arraigadas en cada latido del corazón, en cada pensamiento en soledad. En cada anhelado iluso. Hay almas que llegan a nuestras vidas con un propósito para luego partir. Nos preparan, nos reconocen, nos comunican a través del espejismo, desencadenan emociones ,nos despiertan y transforman espiritualmente, uno corre y el otro persigue.
Tu mirada penetrante, tu piel erizada, la conexión de nuestra alma. La unión de la química, la piel, el placer, el amor. Nos íbamos de este plano. El calor de tu abrazo. Me hubiese encantado pasar un invierno crudo a tu lado. Hay preguntas que no tienen respuestas, y afirmaciones que llegan sin interrogación previa. Una presión fuerte en el pecho anuncia mi conexión, tu manifestación. Aún estamos unidos. A un amor que no cobrará historia. Me quedo con lo real, me quedo con lo que fue. Solo queda abrazar el proceso y conectar con lo que es, llegaste para que crezca espiritualmente y mentalmente, te libero de culpas, no hay rencores. Me quedo con nuestro universo aparte, el que creamos, el que creo que a pesar de todo tuvo su lado real y genuino, el vino , el amplio paladar, el rico sexo, las conexiones, y la buena música, el resto fue la aciaga realidad. Tu alma me tocó en lo más profundo de mi ser, tu aspecto humano quien terminó por destruirlo.
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