Fuerte. Tenaz. Dulce. Exagerada. Artista. Cocinera, ama de casa, compañera, sensible, creyente, mañosa, ser de luz, mi mamá y mi abuela. Tu té de manzanilla, la medida de ocho hermanos, untar el pan en tu tuco, las pastas y tus comidas. El café con leche tus galletitas, el mate y la novela turca. La interpretación, el llanto y la risa. Bañarte, cambiarte, hacerte las uñas, pasarte cremas, teñirte el pelo y ponerte la bolsa de agua. El beso de buenos días y buenas noches también. Tu abrazo. Arreglar el jardín, el crucigrama, tu turrón favorito, la película de media tarde y decirte que te amaba. Tomar un helado, ir a la mercería, aprovechar la promo de los repasadores y verte tejer. No había pudor, no había vergüenza. Tu cuerpo o el mío daba igual, éramos la mismísima entrega. No hay día que no extrañe compartir mi vida con la tuya. Te llevaste la mitad de mi alma, pero es lo mínimo que merecías llevarte de mi, porque me formarte de la mejor manera que pudiste.
Bitácora de mí sentir